Los homosexuales
serían los mejores maridos del mundo si no hicieran la comedia de que les
gustan las mujeres.
Queridas Madames,
Todas estábamos convencidas de que había un desequilibrio
entre la virilidad de Robert de Saint-Loup y su gusto por las vestimentas
vaporosas. Entre su traje de militar y ese deseo permanente de que Marcel
durmiera en su habitación del cuartel. En un giro en apariencia inesperado, de
pura desarmarización, resulta que Roberto ha descubierto su vocación amorosa verdadera
al casarse precisamente con Gilberta, la hija de Swann, el primer amor de
Marcel, la muchacha que Odette engendró…
El disgusto de Marcel debe ser mayúsculo al terminar el excelente
sexto volumen con esta catarata de acontecimientos inesperados a su alrededor,
tras tantas páginas de duelo por Albertine. La amistad de tantos años, los
muchos favores dispensados, los ve Marcel ahora con cierta indiferencia, con
frialdad, con un sosiego que cambia todo el sentido de una amistad. Las que
entendemos de estas cosas sabemos que en realidad usa la literatura como espejo
de sus propias sensaciones, como justificación de su propia inacción (además de
advertirnos sobre los peligros de los hombres casados, por supuesto). En busca del tiempo perdido es el La Ley del silencio del armario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario