Fascinada estoy con el gran amigo de Marcel, el apuesto Robert de Saint-Loup. Entendí que sería una revolución en la vida de Marcel desde que entró en el hotel de Balbec, llevando un traje de tela muy fina blancuzca, como nunca me figuré yo que se atreviera a llevarlo un hombre, a pesar de la terrible tarde calurosa; usa monóculo, tiene ojos color de mar, y hace cositas en el ejército. Entiendo su dulce contrapunto de hombre decidido, apuesto, exitoso con las mujeres, elegante y respetuoso, y le auguro grandes momentos futuros ya que emparentado está con las Guermantes y, además, ha tenido a bien aparecer en el tercer volumen para… para… ¡para invitar a Marcel a dormir a su cuarto!
Suya,
Madame de Borge
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